Estimados hermanos y hermanas en Cristo Jesús es un gusto enorme poder dirigirme a ustedes a través de este medio para que juntos con mucha alegría celebremos estos días de semana santa en oración, reflexión, recogimiento y con un sentimiento de gratitud a Nuestro Señor Jesucristo por todo lo que ha hecho, hace y sigue haciendo por nosotros como muestra de su infinita misericordia y amor para con todos nosotros.
El Papa Francisco dice acerca de estos días: “La semana santa es un tiempo de gracia que el Señor nos da para abrir las puertas de nuestro corazón, de nuestra vida, de nuestra parroquia y ‘salir’ al encuentro de los demás, acercarnos nosotros para llevar la luz y la alegría de nuestra fe ¡salir siempre!”.
Comenzamos pues con la celebración del Domingo de Ramos y acompañamos a Jesús en su Pasión, Muerte y Resurrección.
Pero hay que tener en cuenta que ante todo es el Señor que sale a nuestro encuentro, Él no espera que vayamos hacia Él; como muchos piensan, cuando dicen: cuando yo quiera me acerco, o cuando tenga ganas o cuando tenga tiempo. Olvidando que el Señor está con nosotros en la vida cotidiana y en todos los momentos sean felices, alegres, tristes, de problemas, frustraciones, etc. Él por el inmenso amor que nos tiene se adelanta a nosotros, siempre da Él el primer paso y se mueve hacia nosotros cuando nos da la vida y nos bendice todos los días aunque lo ignoremos. Porque para Él nosotros somos importantes.
Precisamente por eso estos días de semana santa recorremos el camino que Jesús hizo para salvarnos a todos y todo es por ti y por mí. De ese plan de amor que tiene para todos. Desde su entrada triunfal a Jerusalén cumpliendo la voluntad de Dios su Padre; se entrega totalmente, no se queda con nada para sí mismo, ni siquiera con su vida. En la noche del Jueves Santo, la última cena con sus discípulos y amigos, comparte el pan y el cáliz para “nosotros”. Ofrece su Cuerpo y su Sangre para estar siempre con nosotros en el Eucaristía.
Jesús no vive estos momentos como algo trágico, se entrega plenamente a la confianza del Padre. Se entrega voluntariamente a la muerte para corresponder al amor de Dios Padre, en unión con Él. Pues en la Cruz “me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal. 2,20).
Por eso estamos invitados todos a seguir a Jesús que sale a nuestro encuentro y que nos llama a que estemos con Él, cuando le preguntan ¿Dónde vives? Respondió “Ven y lo verás”. Acompáñanos, vengan y verán todo lo que el Señor hace por amor. Tenemos que salir de nosotros mismos para ir al encuentro de nuestros hermanos, especialmente de los alejados y de los más necesitados.
No nos conformemos con eso de que me acuerdo de Dios todos los días, de que solo rezo en solitario, que no voy a Misa porque me fastidio ¿quién dijo que a la misa va uno a divertirse? De que colaboro con la Iglesia cuando me lo piden, o de que no tengo tiempo porque tengo muchas ocupaciones y además la pasamos mejor en la playa.
Pues el amor de Dios no se compara con nuestro egoísmo, sólo pensamos en nosotros mismos. Jesús sale a nuestro encuentro con la Cruz, quiere que le acompañemos.
Recuerda: todo lo que Jesús hace es por amor a cada uno de nosotros. Para Dios es muy importante la práctica de la Misericordia, ¡es el Padre misericordioso! El que espera el regreso de su hijo y va a su encuentro, cuando lo ve venir desde lejos… Esto es que todos los días esperaba a que su hijo volviera, como lo hace con cada uno de nosotros.
Él es el buen Pastor de que da su vida por sus ovejas, sus amigos.
Acompañemos pues a Jesús que sale a nuestro encuentro y que nos espera porque quiere que lo ayudemos a cargar su cruz y que juntos resucitemos con Él.
Les esperamos con toda su familia. Saludos y bendiciones. Pbro. Francisco Mukul Domínguez. Párroco.
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