miércoles, 30 de diciembre de 2015

MENSAJE CATOLICO POR AÑO NUEVO

Estimados hermanos y hermanas, nuevamente para mí es un gusto poder dirigirme a ustedes para que juntos podamos reflexionar, conocer más y amar a Jesús nuestro Señor que nos ha nacido en esta Navidad.

En esta ocasión quisiera que pensemos entre otras cosas en qué nos vamos a comprometer en el año 2016 que está por comenzar. Y digo comprometer porque bien valdría la pena que antes de terminar el año hagamos un sincero examen de conciencia para ver lo felices que hemos sido durante este año y seguramente lo difícil que habrá sido en muchos aspectos el ciclo que está terminando.


Para empezar, creo que como cristianos católicos y pensando en lo que nos enseña la Sagrada Escritura conviene que iniciemos esta breve reflexión tomando en cuenta el salmo 90 que en algunas estrofas dice: “aunque algunos vivan hasta los setenta años y el más fuerte llegue hasta los cien, somos como hierba del campo que en la mañana florece y en la tarde ya está seca y se marchita.

Enséñanos Señor a contar los días para que la sabiduría entre a nuestro corazón”

Nuestra vida pasa como un suspiro y al pasar los años, nosotros con ellos también nos vamos.

De ahí que diga que en algo debemos comprometernos, porque los años pasan, y si no aprovechamos las oportunidades que recibimos de parte del Dios de las sorpresas estamos desperdiciando la vida que inmerecidamente hemos recibido de Dios.

Debemos cambiar nuestra forma de ver la vida y los acontecimientos diarios. Estamos de paso aquí por la tierra. Cuando nos hayamos ido las personas nos irán olvidando poco a poco hasta que ya nos olviden por completo las nuevas generaciones. Pero lo importante no es que nos recuerden sino que hayamos vivido. Nos encontramos en el tiempo oportuno para cambiar de vida, para dejarse enamorar por Jesús y dejar que toque nuestro corazón. Muchas veces seguir como estamos es solo sentirse arrogantes, soberbios, sin ilusiones, con tristezas y solos. La verdadera vida es algo bien distinto de lo que pensamos y de la forma como vivimos ahora.

Para lograr esto hay que crecer en la justicia que como enseña la sagrada escritura es concebida esencialmente como un abandonarse confiado a la voluntad de Dios. Que no son tanto las cosas que hacemos sino la forma en como confiamos en Dios, aceptamos y ponemos en práctica su voluntad. Dios respeta nuestra libertad pero es necesario dejar de hacer un dios a nuestro modo y a nuestra conveniencia y dejarlo ser, como realmente es, un Dios infinito en misericordia y de amor para con todos.

Crecer en la fe, Mateo 9,13: “vayan y aprendan lo que significa yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores”. Creer confiadamente en Dios todos los días del año es algo sumamente necesario para la vida, reconocer que necesitamos de Él para que perdone nuestros pecados nos hará recuperar la tranquilidad, la alegría y la paz.

Mucho se nos critica, que los que venimos a la Iglesia somos pecadores. Y es verdad pero estamos en la lucha diaria, si nos caemos nos levantamos con el amor que viene de parte de Dios.

Hermanos y hermanas estamos iniciando un año con ilusiones, cuestionamientos, buenos deseos que ojalá se hagan realidad en nuestras personas.

Les invito a que dejemos de comparar nuestras vidas y fe, y que seamos auténticos, no basándonos en lo que hacen o no hacen los demás. Dejemos de ver solo las cosas negativas de las cosas, porque también hay cosas buenas, aunque desgraciadamente los negativas opaquen las buenas. Dejemos de criticar negativamente sin que nos comprometamos, es fácil decir, juzgar y criticar destructivamente. Tengamos en cuenta que si queremos un cambio en nuestras familias o en nuestra Iglesia tiene que ser desde dentro no desde afuera.

Solo saliendo al encuentro de las personas en la casa e Iglesia podemos vivir un cambio, pues daremos el paso de solo ser críticos espectadores a miembros activos que promueven el cambio de esta nuestra Iglesia.

El cambio empieza en nosotros mismos, de manera personal, en mi forma de pensar y ver la vida. Que por cierto es bella. “La vida a veces duele, a veces cansa, a veces hiere. Esta no es perfecta, no es coherente, no es fácil, no es eterna, pero a pesar de todo la vida es bella aprende a ser feliz con lo que tienes” (Dansan).

Al iniciar el año encomendemos la vida de la Iglesia a nuestro Señor Jesús, para que su misericordia se difunda para un fecundo año 2016.

Nuestra oración va dirigida también a la Madre de la Misericordia, la virgen de la Purísima Concepción, que su bendición, intercesión y protección nos acompañen durante el año que se avecina.
Atte. Pbro. Francisco Mukul D.

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