Después de la algarabía de los festejos tras la llegada de la Noche Buena en donde muchas familias festejaron reunidas y en armonía en donde disfrutaron de diversos platillos como el pavo ahumado, selección de romeritos, bacalao, pierna horneada, spaghetti además de ricos y variados postres, reventaron voladores y bombitas y paso quemaron al Año Viejo, el puerto amaneció este uno de enero en completa placidez y calma.Lo contrario a lo que se vivió unas horas antes en donde todo era algarabía, unión y felicidad, se escuchaban sin falta en las casas los gritos de los niños en las calles reventando sus bombitas y tronadores tanto en colonias, fraccionamientos y en cada rincón del puerto y demás comisarías amanecieron totalmente solitarias y abandonadas.
Tras los cánticos de celebración, las risas, las anécdotas, los chistes y chismes de familias, la infaltable melodía de “Feliz Navidad” de José Feliciano o “Mi Burrito Sabanero” de Juanes, las calles lucieron semivacías y no fue sino hasta pasadas las nueve de la mañana cuando poco a poco algunos ciudadanos empezaban a salir de sus casas ya sea para reunirse con el amigo en el café comentar las noticias del día o pasear por las calles de forma curiosa.
Pasaban los minutos y la gente empezaba a realizar su vida normal, unos acudieron al supermercado a hacerse de lo necesario para desayunar o tener algo para almorzar ese día, otros salían a curiosear en los alrededores, otros que venían todavía de la fiesta realizada en casa de sus familiares y del resto, se dirigían al malecón, donde junto otras personas en igual situación, seguían con el festejo en unión familiar disfrutando del contacto con la naturaleza.
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