No obstante está perdiendo su encanto, sus paisajes están amenazados por la cantidad de basura que se arroja en estos y la tala de mangles; la arena es invadida con camastros, palapas, sillas, sombrillas de los hoteles y restaurantes frente al malecón, dejando poco espacio para caminar o acostarse en la arena sin tener que ser pisado o que las olas lo mojen.
El mar tampoco se salva del desorden, un sinnúmero de embarcaciones navegan y atracan cerca de los bañistas.
Las playas han sido invadidas con el pasar de los años y ahora menos espacio, es decir, hay más playa ocupada. Una parte de la playa invadida hace parte de las concesiones a negocios.
Pero el desorden no está solo en la parte concesionada, este se ve en casi toda la zona costera.
En Semana Santa o en temporada de verano en un día pueden acudir a la playa alrededor de 90 mil personas que producen los desechos.
Se cuenta con el servicio de recolección y día a día barren la playa señoras de la dirección de Servicios Públicos Municipales.
Muchos visitantes arrojan su basura en los botes públicos o en lotes privados que están detrás de sus casas, para evitarse pagar por el servicio.
Asimismo hay construcciones frente al mar que tienen baños con pozas sépticas que no tienen buen uso y todo se filtra a la playa.
Además, mucha gente invade terrenos en donde talan mangles, quemándolo para obtener espacios y poder hacer sus construcciones. El mangle es como la cuna de muchas especies tanto de fauna y flora como marina y costera de la zona. Estos son crímenes contra el ecosistema que tienen castigo penal, afirma Julio Alvarado Méndez, presidente de la cooperativa Esfuerzos Pesqqueros de Progreso S.A. de C.V.
No sólo en la arena hay desorden, en el mar también es evidente. Hay niños o personas mayores que se están bañando en el agua y les pasan lanchas y yates a unos 20 centímetros. Algunas embarcaciones pasan la noche en la playa. Hay una estación de Policía, pero no son muy eficientes con el control.
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