Por los remanentes del frente frío número 7, el oleaje del mar estaba bravo lo que impidió que salieron a hacerse a la mar las bananas y motos acuáticas, por lo que sus dueños se quedaron suspirando por clientes bajo las palapas.
Las ganancias no aparecieron, fue una jornada de escasos dólares, dijo el mesero Juan Sánchez.
Se dice que los cruceristas únicamente pasearon porque la mayoría hizo solo eso, mirar y no comprar, los que sí consumieron fueron algunas familias en la playa, principalmente tostadas con guacamole acompañados de refrescos de sabor y cerveza.
En el tianguis artesanal, las ventas estuvieron también muy bajas, pues la mayoría de los comerciantes se la pasó durmiendo en sus hamacas, que no pudieron vender.
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