Debido a la onda tropical número 4 que afecta la región, este lunes una fuerte lluvia "despertó" literalmente a las familias del puerto que se preparaban para salir al trabajo o a llevar a los niños a la escuela.
Desde muy temprano, a eso de las seis y media de la mañana, cuando aún no salía el sol se dejó sentir una fuerte lluvia lo que hizo que se alterará la vida tranquila y cotidiana de las familias porteñas que realizaban sus actividades de todos los días, incluyendo a la ama de casa que van de compras al mercado o de ir a la escuela llevando a sus hijos o los jóvenes de preparatoria que van a estudiar o los empleados que se dirigen a sus labores.
Como el domingo anterior, el día de hoy de nueva cuenta amaneció nublado, parecía que por momentos se descargaba el aguacero en plena mañana pero el dios Chaac no pudo más y descargó su furia desde temprano lo que hizo que muchos quedaran literalmente empapados mientras que a otros los obligó a que corrieran a refugiarse de este temporal fuerte que agarró de improviso a más de uno.
Muchas familias que iban con sus hijos en la calle yendo al trabajo o a la escuela, saliendo para hacer las compras o el mandado se vieron en la necesidad de tener que refugiarse en las casas y comercios que contaban con toldos y techos para no quedar mojados como si de la regadera estuvieran saliendo.
A muchos no les dio por hacerlo y hasta poco les importó empaparse de la fuerte lluvia. Otros más precavidos, al ver las condiciones climatológicas que presagiaban lluvia tarde o temprano sacaron sus paraguas e impermeables para protegerse del mal tiempo.
Hubo a otros transeúntes que se les ocurrió la idea de utilizar cuanto material tuvieran a la mano para no mojarse como plástico o bolsas de nylon para evitar llegar a sus casas empapados.
Tras media hora de lluvia copiosa, el aguacero amainó pero ni así salió el señor sol. A los progreseños, como siempre ocurre en estas ocasiones, los problemas estaban muy lejos de quedar resueltos porque todavía les quedaba el trabajo de tener que sortear toda una serie de obstáculos para llegar a su destino sea el caso de
sus casas o trabajos, pues tenían que brincar charcos y grandes lagunas en las que quedan algunas calles como recuerdo del momento en que cada vez se deja caer una lluvia de tales dimensiones.
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