Miles de visitantes de diversos rumbos del interior del estado, e incluso de estados de la República Mexicana como Puebla y Distrito Federal llegaron desde temprana hora, alrededor de las ocho de la mañana, para poder instalarse en los alrededores de la playa y parte del Playón poniente, donde algunos colgaron sus hamacas, pusieron toldos improvisados o cargaron con su casita de campaña para poder medio protegerse de los inclementes rayos del sol.
Hubo otras familias que cargaron con sus sombrillas y parasoles para poder disfrutar de la brisa, el mar, la arena y sol porteño, destacando en esta ocasión de la visita de algunos paseantes extranjeros, como los provenientes de Canadá y Estados Unidos.
En este día de descanso los que tuvieron ventas aceptables fueron los comerciantes dedicados a la venta de diversos productos como collares, pulseras, hamacas, gorras, sombreros, mangos, avioncitos de unicel, tatuajes, granizados, kivbs, entre muchos productos más.
En general fue un día en que las familias porteñas, las provenientes de la ciudad de Mérida, interior del estado y de la República y del extranjero se entregaron de lleno al descanso reparador o a meterse al mar para poder refrescarse del calor que hace en estos días en el puerto.
Los turistas apenas llegaron en parejas o familias se tendieron sobre la arena para broncearse y después refrescarse metiéndose al mar. Algunos pequeños acompañados de mamá se dedicaron a formar figuras de arena, mientras los mayores saboreaban las botanas, tortas y refrescos con los que habían cargado.
El mercado municipal, por su parte lució abarrotado, sobretodo el área de frutas y legumbres y comidas.
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