sábado, 29 de agosto de 2015

VISITANTES COMIENZAN A DESALOJAR PLAYAS

Tras la partida de miles de vacacionistas a sus lugares de origen, escasos temporadistas disfrutan los últimos días del período de asueto de verano en las playas de este municipio.
Ayer se observó que gran parte de los bañistas eran capitalinos que se distinguen de entre los turistas por el color de piel, porque no pagan por las sombrillas o palapas y porque sólo se quedan un par de horas para disfrutar de la playa; la mayoría llevan sus chalecos salvavidas, tortas y botellas de refresco o agua.
Luego de cuatro semanas de intensa actividad, los miembros de la familia Carreón Olvera decidieron divertirse con las olas. Dejaron su casa en la capital del país y abordaron un camión para llegar a Yucatán.
“Queremos aprovechar y venimos porque ya hay poca gente en la playa, porque luego cobran más caro todo”, comentó el señora Edith Carreón, quien dirigía un grupo de seis niños y dos adolescentes.
Eran en total 10 personas, pues a la excursión se sumaron la señora Margarita Pineda y sus dos hijos, vecinos de la señora Carreón.
Contrario a la actividad que los bañistas protagonizaron durante las semanas que antecedieron a la que culmina, el paso de los vendedores ambulantes aún no cesa: frutas, cócteles de mariscos, artículos de playa, mangos con chile, salvavidas y el servicio de paseos en banana o motos en el mar, ofrecen entre los bañistas, además de vendedores de hamacas, collares, pulseras y adornos para el cabello.
La reducción en la cantidad de turistas se vio reflejada también en un menor número de vehículos estacionados en la avenida del malecón, pues en el tramo que comprende el parque de la Paz había espacios disponibles y los “viene-viene” descansaban.
Los Carreón Olvera y los Pineda comentaron que después de dos horas en la playa volverían a sus hogares, aunque antes pasarían a la alberca de la CTM.
Los turistas que aún permanecen en Progreso, en su mayoría tomaban helados, troles o refrescos, descansaban en la bancas bajo las sombra de los árboles, u observaban a la gente en su ir y venir.
“Ya hay poca gente. La semana pasada había más”, expresó una vendedora de chamoyadas, quien despachaba paletas y helados a una pequeña niña que no rebasaba los 10 años de edad.
La vendedora, Vanessa Guzmán, agregó que la temporada, más allá de la llegada de turistas, fue buena porque los progreseños no los han abandonado. “Nosotros tenemos ventas porque la gente de aquí mismo viene a divertirse”, expuso.

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