Apartemos de nosotros la envidia, no podemos decirle a Dios porque aquella persona tiene más que yo, si yo soy bueno y ella no, debemos recordar que Dios es el dueño de todo y que le debemos nuestra vida, expresó el Pbro. Francisco Mukul Domínguez durante la homilía dominical de las siete de la mañana en la iglesia parroquial de la Purísima Concepción y San José.Según la lectura de este domingo nos enseña que los caminos de Dios no son nuestros caminos y que sus pensamientos tampoco son los nuestros. Jesús dice en el Evangelio que nuestros criterios no son los de Dios sino que pertenecen a los del hombre.
Dios nos enseña sin embargo que tenemos que vivir bajo los criterios del Evangelio, es decir bajo sus mismos criterios, vivir de acuerdo a lo que nos dice la Biblia.
Cuando vamos viendo las cosas que suceden a nuestro alrededor y vemos que a algunas personas les va mucho mejor que a nosotros, comenzamos a comparar nuestra vida. Y cuando empezamos a compararla con la de los demás creemos que las cosas que pensamos no salen como nosotros queremos porque no somos personas auténticas, queriendo ser como las otras personas para que nos vaya de la misma manera.
Surge entonces lo que llamamos la envidia y ésta se debe precisamente a esto, a que quisiéramos que lo que le pase a los demás o lo que tienen queremos nosotros que nos pase o de poseerlo, dejándonos un sentimiento de insatisfacción hasta el punto reclamarle a Dios porque no nos salen las cosas como deseamos, agregó.
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