Por diversos motivos, que algunos atribuyen a la globalización y otros a la rigidez sobre los mercados laborales, en las décadas recientes se observa una tendencia al incremento en el desempleo local, nacional o mundial.
Este problema es más crítico para la población joven, uno de los segmentos con mayor impacto por la falta de generación de más y mejores empleos, señala Ricardo Villanueva, presidente de la asociación civil Compartamos Progreso.
Subraya que el país no es la excepción y la escasez de empleo es notable incluso en los jóvenes con mayor preparación.
Esto se refleja parcialmente en que, según los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo que publica el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, un 36.44 por ciento del total de la población desocupada en septiembre de 2006, correspondió a personas con instrucción media superior y superior, en tanto que en 2005 esa cifra era de 29.20 por ciento.
Un estudio reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de las Naciones Unidas, titulado Tendencias mundiales del empleo juvenil, pone el tema en una perspectiva global y destaca algunos hechos relevantes.
El segmento demográfico analizado es el de la fuerza de trabajo juvenil mundial, entre 15 y 24 años, que ascendió en 2005 a 657.2 millones de personas. Entre 1995 y 2005, los jóvenes desempleados en todo el mundo se incrementaron en casi 15 por ciento, pasando de 74 a 85 millones, indicó.
Desde luego, cerca de un cuarto del total mundial de 1.1 miles de millones de jóvenes, unas 300 millones de personas, viven por debajo de la línea de pobreza con ingresos inferiores a dos dólares por día. La OIT estima que para aprovechar al máximo el potencial de la juventud será preciso crear alrededor de 400 millones de empleos productivos que absorban a los jóvenes desempleados (85 millones), con empleo precario (309 millones) y jóvenes desalentados que, pudiendo trabajar, permanecen económicamente inactivos (20 millones).
De acuerdo al informe referido, la probabilidad de que un joven esté desempleado triplica a la de un adulto. Esto obedece, en parte, a que la población juvenil ha crecido entre 1995 y 2005 al 13.2 por ciento y la disponibilidad de empleo para este segmento sólo creció al 3.8 por ciento. La tasa de desempleo juvenil que había sido de 12.5 por ciento en 1995 se elevó a 13.5 por ciento en 2005, frente al 4.6 por ciento que alcanzó la tasa de desempleo adulto.
Señaló que la evidencia muestra que las regulaciones laborales rígidas no se reflejan en menores cargas impositivas asociadas a la cobertura de riesgos como los del desempleo, enfermedad o pensiones. Específicamente, no hay correlación entre el nivel de las contribuciones a la seguridad social, que son prácticamente universales, y el índice de rigidez laboral.
Indicó que es necesario hacer más flexibles los horarios de trabajo y utilizar los contratos de aprendiz para estimular el empleo juvenil.
Por este motivo, será crucial que en México se enfrente pronto esta problemática, avanzando en dos frentes. Por un lado es necesario tratar de sostener el máximo posible del crecimiento económico para evitar una agudización del desempleo de nuestros jóvenes y, por otro lado, que el gobierno tenga la voluntad y osadía política necesarias para proponer una reforma laboral que flexibilice el mercado .
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