sábado, 24 de diciembre de 2011

MENSAJE CATOLICO DE NAVIDAD

“Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado” (Is 9,5). “Permanezcan firmes en el amor” (Ef 3,17). Hoy en el mundo entero se renueva la Navidad y nace también para los hombres y mujeres, niños y jóvenes de nuestro tiempo este Niño que trae la salvación; nace llevando alegría y paz para todos. Nos acercamos al Portal conmovidos para encontrar junto a María, al Redentor del hombre. Contemplemos con María el rostro de Cristo, aquel Niño envuelto en pañales y acostado en el pesebre, es Dios que viene a visitarnos para guiar nuestros pasos por el camino de la paz, María lo contempla, lo acaricia y lo arropa.


Hoy es Navidad, es la noche más alegre para toda humanidad, porque el cielo se ha unido a la tierra, por eso, los ángeles han cantado: «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres amados por Dios». Han anunciado el acontecimiento a los pastores como «una gran alegría, que lo será para todo el pueblo». De este mismo gozo participa la Iglesia, inundada hoy por la luz del Hijo de Dios, las tinieblas jamás podrán apagarla. Es la gloria del Hijo de Dios, que, por amor, se ha hecho uno de nosotros.
Navidad, noche de paz y de amor, desde el portal de Belén se eleva hoy una llamada celestial para que no caigamos en la indiferencia, la mentira y la desconfianza, aunque la violencia acreciente incertidumbres y temores, nosotros “permanezcamos firmes en el amor”. Junto con los hombres y mujeres de buena voluntad esforcémonos por construir un mundo lleno de paz, donde el amor venza al odio y el sencillo al soberbio, pidamos para que la humanidad entera reciba en sus corazones el mensaje de salvación que nos trae el Niño Jesús, nuestro Rey y Salvador.
Hoy es Navidad, junto a ti, Virgen Madre, permanecemos asombrados ante el pesebre donde está acostado tu hermoso hijo, para participar de tu mismo asombro ante este bello regalo de Dios. Danos tus ojos, María, para descifrar el misterio que se oculta tras la fragilidad del Niño. Enséñanos a reconocer su rostro en los niños, en los pobres, en los más necesitados, en los enfermos y abandonados. Ayúdanos a ser testigos creíbles de su mensaje de paz y de amor, para que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, reconozcan en el Niño que está en tus brazos al único Salvador del mundo, fuente inagotable de la paz verdadera, a la que todos aspiran en lo más profundo del corazón.Que la Paz y el amor de Cristo reine y permanezca en sus corazones, en las familias y en toda la comunidad. ¡Feliz Navidad!.

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