La función supervisora en el siglo XXI ha adquirido una relevancia significativa dentro del ámbito educativo, ya que constituye el engranaje medular entre docentes, directivos, escolares y padres de familia, así como resulta ser clave importante entre la ejecución de los objetivos estratégicos, la organización institucional y la gestión escolar, expresó Sonia Cuevas, de la zona 065.
Los supervisores, dentro del contexto de educación básica, deben ser referentes y acompañantes de todas las figuras que conforman el medio escolar, requieren de manera continua y efectiva estar a la vanguardia de los conocimientos (propios de su entorno laboral), desarrollar habilidades relevantes, demostrar y propiciar actitudes de empatía, colaboración, democracia y autonomía; así como procurar que en los centros de trabajo prevalezca un clima laboral basado en la cordialidad, en la disciplina cooperativa, en el consenso y en la proactividad.
Es tarea inmersa en su labor, encaminar de manera constante, a las Instituciones Educativas a su cargo a hacer y ser escuelas inclusivas y humanistas, escuelas donde los niños y maestros aprendan a aprender, a hacer, a convivir y a ser; centros de trabajo donde los discentes y docentes empleen la amplia información que se encuentra en los diversos medios de comunicación y la transformen en conocimiento para la resolución de los problemas cotidianos y para la aplicación en las actividades diarias, propias de su realidad.
La función supervisora en la actualidad solicita de manera imperante una reingeniería de su visión y misión; debe dejar a un lado el papel de inspector y aplicador de sanciones y adoptar el de gestor de ambientes aúlicos; conector de padres-alumnos-docentes-directivos; administrador y acompañante de los conflictos propios de las instituciones escolares.
La función supervisora de estos tiempos, debe tener muy en claro que el centro y referente de la educación es el escolar y el centro y referente de las reformas educativas es el docente; este último es quien le da vida a los cambios educativos, quien aplica las nuevas estrategias, quien diseña las actividades innovadoras para formar seres pensantes, colaborativos, asertivos, autónomos, reflexivos y empáticos; quien selecciona los contenidos a aplicar (de los planes y programas diseñados por expertos y que no se emplean en su totalidad).
He aquí el acompañamiento vital y enriquecedor del supervisor, ya que debe sensibilizar al docente en el diseño de sus planeaciones, para que éstas se basen en las verdaderas necesidades, requerimientos y peculiaridades de su grupo escolar, así como de las particularidades de cada uno de los niños que lo conforman.
La función supervisora del siglo XXI, es una función integradora, que considera las características de los diversos contextos educativos (padres, alumnos, docentes), y que va en busca de los logros escolares de pertinencia, de eficacia y ante todo, de calidad.
Vamos pues, compañeros míos a emprender un nuevo y mejor modelo de supervisión, un ejercicio que coadyuve a la mejora del aprendizaje y por ende, ¡al enaltecimiento de la formación de nuestros queridos niños yucatecos!
El ser responsable de tan significativos de seres humanos, es una oportunidad de servir para la mejora continua y motivo de orgullo el poder brindarles escuelas de calidad, con calidad y calidez.
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