Unos enfermos llegaron en silla de ruedas mientras que otros lo hicieron caminando, con muletas y bastones o ayudados por familiares ocupando las primeras bancas del templo.
Celebraron la ceremonia el párroco y el vicario cooperador, Aarón Esteban Sánchez Bobadilla.
“Ofrezcan su enfermedad a Cristo pues al final hay resurrección, una vida nueva; que digan: “Con Jesús triunfaré, no quedaré postrado sino que me levantaré para salvar a mi comunidad y familia”
“Jesús se encontró a un paralítico aconteciendo en la puerta que se le conocía “hermosa”, fue hermosa la acción de Pedro y Pablo para devolverle la salud a este hombre; como muestra de su agradecimiento comenzó a seguir a Jesús”, enfatizó.
“La enfermedad es una condición que disminuye nuestra calidad de vida y si no nos cuidamos es posible que ésta disminuye de la gente que nos cuida; que gran lección nos dan aquellas personas que en la enfermedad dan testimonio de su fe, esperanza y su amor; son en su condición de enfermedad una bendición de Dios”.
“La enfermedad no es sinónimo de Santidad, si sanos necesitamos la gracia de Dios, enfermos mucho más, porque la gracia de Dios es garante de nuestra Santidad, pidan al Señor por su salud, y la de sus seres queridos. Todos en algún momento de la vida estamos en contacto de la enfermedad, y esta condición favorece un mayor anhelo de Dios y de Santidad”, agregó.
“Es posible ser fieles a Dios en la enfermedad, es posible ser fieles a Dios en la adversidad. Amigos enfermos facilitemos la vida de nuestro seres queridos, un ser querido mientras más plenamente viva su vida es más fácil que te acompañe mejor”, puntualizó.
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