Hay inconformidad entre los miembros de la sociedad cooperativa fundadora de “El Corchito” pues señalan que han dejado de ser administradores de dicha reserva ecológica para convertirse en empleados de gobierno.El total de miembros de nuestra cooperativa es de 19 personas, la cooperativa se llama SSS El Corchito fundada hace 26 años y trabajamos desde entonces para el pueblo; ahora que estamos de empleados del gobierno estatal la situación no ha cambiado, seguimos sirviendo al pueblo, pero con la diferencia de que ya no manejamos el dinero, el cual invertíamos en el mantenimiento y conservación del lugar y el resto nos lo dividíamos, informó uno de los miembros de la cooperativa, José María Palomo Castillo.
Como se sabe, desde octubre pasado el gobierno estatal se encargó de administrar el lugar en donde se invirtieron trabajos por parte de la Sefotur a través de la construcción del parador turístico y tiendas de artesanías y comida así como sanitarios.
El gobierno federal es el que se encargó de la construcción del parador y de lo demás, el gobierno estatal solo vino a apoderarse de lo que nosotros veníamos haciendo, ser administradores de El Corchito, y las cosas en lugar de mejorar, han empeorado, afirmó.
Recordó que a mediados de los ochenta, el ciclón “Gilberto” destruyó gran parte del lugar. Fue hasta 1990 cuando cuatro pescadores tuvieron la iniciativa de desazolvar los ojos de agua, utilizando sus ratos libres apoyados en los gastos por el grupo cívico del almirante Antonio Pérez Encalada.
Para “Isidorio”, también hubo destrucción y se nos dio apoyo a través del Fonden, agregó.
En temporada alta recibimos hasta mil personas en un solo día, en vacaciones, teniendo que cerrar porque ya no hay más cupo. En días normales recibimos alrededor de 40 a 50 personas diarias.
Subrayó que “El Corchito” es patrimonio nacional, les pertenece a todos los mexicanos, ojalá y que el proyecto mejore, para beneficio de todos y que sobretodo no se nos haga a un lado porque muchas familias dependen del lugar, subrayó.
El grupo de miembros fundadores son además de Palomo Castillo, Arturo Uc Tinal, Límbert Velázquez y Jorge Alberto Casanova, el actual presidente.
Recordó que antes de que “El Corchito” existiera esto era un basurero y no había manglares.
Cuando éramos niños veníamos a bañarnos y veíamos el lugar abandonado, ya con el paso de los años se nos ocurrió la idea de crear la reserva ecológica que hoy en día tenemos y que es del y para el pueblo y todo aquel que lo visite.
Al ser la pesca ya una actividad muy explotada donde el empresario es el único que se llevada la gran tajada, la falta de empleos y demás por lo que pasa el marino decidimos crearla. Nos arriesgamos pero tuvimos suerte y limpiamos el primer cenote, habiendo cenote hay manglar, agregó.
Es mentira que el manglar se siembra, la naturaleza a través del agua fresca de manantial es la que la provee.
De un día para otro cambia el estado de este lugar, al hacerse cargo de éste el gobierno estatal, cuando antes no te ofrecía ayuda, y ahora de la noche a la mañana se interesaron en apoyarnos, agregó.
El problema que hay ahora no se invierte en el remozamiento del lugar, no se limpian cenotes, ojos de agua ni palapas que están en mal estado, cosa que con nosotros no pasaba, agregó.
Por otra parte dijo que la afluencia ya bajó a como estaban antes. Un 30% menos es la afluencia actual y mucho se debe a la subida de precios, los adultos pagaban 25 y ahora pagan 35, los niños y abuelitos 10 y ahora pagan 20 y eso a la gente no le gustó.
Dijo además de que reciben malos tratos y prepotencia de personal de Cultur algo de lo que están muy en desacuerdo los socios de la cooperativa.
Recordó que la Cooperativa Sociedad Solidaridad Social “El Corchito” cuyos integrantes fueron primero rehabilitando los cenotes y poco tiempo después iniciaron los paseos. Hoy, 26 años después, es sostén de las familias de 19 socios de la cooperativa.
En la reserva hay cuatro cenotes: “Corchito”, que es el principal y está en la entrada, “Helechos”, “Pájaros” y “Venados”, donde los paseantes pueden bañarse, con la condición de que sepan nadar y no descuiden a los niños.
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